Son tantos los viejos árboles..

31.3.09
Aún no había anochecido y la noticia había sido confirmada. Parecía que una nube de paz volvería a reinar sobre la casa y la familia.
Papá me tomó de la mano, y delante de todos me sentó en sus rodillas. Se balanceó lentamente en el sillón para que no me mareara.
—Ya pasó todo, hijo. Todo. Un día también vas a ser padre y descubrirás qué difíciles son ciertos momentos en la vida de un hombre. Parece que nada sale bien, provocando una interminable desesperación. Pero ahora, no. Papá fue nombrado gerente de la Fábrica de Santo Aleixo. Ya nunca faltará nada en tus zapatitos en la noche de Navidad.
Hizo una pausa... Tampoco él se olvidaría de aquello por el resto de su vida.
—Vamos a viajar mucho, mamá no tendrá que trabajar más, ni tus hermanos. ¿Todavía tienes la medalla del indio?
Revolví en mis bolsillos y la encontré.
—Bueno, compraré nuevamente un reloj para colocar la medalla. Un día será tuyo...
"¿Portuga, sabes lo que es carborundum?". Y papá hablaba y hablaba siempre. Me hacía daño su rostro con barba al rozar mi cara. El olor que se escapaba de su camisa muy usada me daba escalofríos. Me fui resbalando de sus rodillas y caminé hacia la puerta de la cocina. Me senté en los escalones y contemplé el fondo, cuando morían todas las luces. Mi corazón se rebelaba sin rabia. "¿Qué quiere ese hombre que me sienta en sus rodillas?" El no era mi padre. Mi padre había muerto. El Mangaratiba lo mató.
Papá me había seguido y vio que mis ojos se encontraban nuevamente húmedos.
Casi se arrodilló para hablar conmigo.
—No llores, hijo. Vamos a tener una casa muy grande. Un río de verdad pasa por detrás. Hay grandes árboles, y tantos, que serán todos tuyos. Podrás hacer lo que quieras, armar redes-hamacas.
No entendía. ¡No entendía! Ningún árbol podría ser tan lindo en la vida como la Reina Carlota.
—Serás el primero que elija árboles.
Miré sus pies, con los dedos que salían de sus zuecos.
Era un viejo árbol de raíces oscuras. Era un padre-árbol. Pero un árbol que yo casi no conocía.
—Y hay más. Tan pronto no van a cortar tu planta de naranja-lima. Cuando la corten estarás lejos y no sentirás nada.
Sollozando me abracé a sus rodillas.
—Ya no me interesa, papá. No me interesa... Y mirando su rostro, que también se encontraba lleno de lágrimas, murmuré como un muerto:
—¡Ya la cortaron, papá, hace más de una semana que cortaron mi planta de naranja-lima!
Duermete oficialmente, sin preocuparte, que sólo algunas piedras son responsables.
Que ya te están velando los estudiantes y los lirios del campo no tienen hambre.


Y el lucero trabaja para la cárcel..
UNAMASADEBOLUDOSCONFECHADECADUCIDAD.
Tiempo es todo lo que tenemos.
Otra vez, una misma pelea. Ni siquiera sé si vale la pena, pero tengo ganas de probar si la suerte me va a acompañar de una puta vez o si es un mito más.








¿Vale la pena tanto esfuerzo?
Qué ganas de darte una patada en el culo.