Carta Abierta a todo el mundo.

Hace ya un tiempo que comenzó lo que considero el fin de un largo camino trazado por una amistad. Largo para mí, claro, que conocí (creo) todos los escondites, inclusive los más oscuros, del mismo.
Están guardadas en lo más recóndito de mi memoria todas aquellas situaciones que me hacen escribir hoy en esta suerte de Carta Abierta mi disconformidad en cuanto a la calidad de ciertas amistades, y en consecuencia, mi decisión final.
Creo fervientemente que una manzana podrida basta para pudrir todo el cajón. También sé que la madurez humana se alcanza cuando uno es capaz de tomar decisiones en determinadas situaciones de la vida. Lógico es que diga que más de la mitad de esas decisiones tomadas son erróneas, pero es por eso que estamos dotados de la maravillosa capacidad de aprender de nuestros equívocos.
Luego de mucha meditación, pasando por enojos, puteadas y peleas, y dado que ya he hecho todo lo que había a mi alcance para revertir tal caso, llegué a la conclusión de que para esta situación no existen más que dos soluciones posibles (al menos para mí): seguir haciendo el caldo gordo como si no pasara naranja y morir en el intento; o apartarse del cajón para escapar del putrefacto olor.
Pues bien, estoy decidida a no pudrirme.
Es por esto, queridos todos, que hoy decido desligarme de responsabilidades que me son ajenas.
Si bien es mi karma que siga cargando con ellas por el resto de mi vida, quiero hacer el intento.
No quiero ser otra manzana podrida, ya hay bastante hedor en mi vida personal. Nunca me gustó el chusmerío a gran escala, no pretendo inmiscuirme en ningún problema ajeno.
Simplemente busco paz, quiero pasar a tener un rol pasivo ante esta situación enferma-esquizo que me toca presenciar entre mis más allegados.

Zarela